“La oración de un Pediatra”.
por el Dr. Osvaldo Juan Di Ció, Médico Pediatra y
Docente Universitario.
Uruguay 1143. 6º Piso “C” (C1016ACC) Buenos Aires, Argentina
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Texto completo, parte integrante del Audiovisual creado por
el Médico Especialista en Pediatría y Adolescencia, Dr. Osvaldo Juan Di Ció,
estrenado el lunes 27 de noviembre de 1972 en el Auditórium Abbott de Buenos
Aires Argentina, como broche a su Conferencia sobre “Normatización de Vacunas”
, invitado a disertar por la Asociación
Médico-Cultural Argentina, quien así cerró el Ciclo de
Disertaciones Científicas correspondientes al año Académico 1972.
Al
iniciar este nuevo día, te agradezco Señor que me hayas iluminado desde siempre
en la elección, sin vacilaciones, de mi profesión la que no cambiaría por
ninguna otra y que es lo que más me
gusta en el mundo. Te pido que los
padres de los niños que hoy asista y que todos los padres de los niños
enfermos, puedan comprar los medicamentos necesarios para ayudar a sanar a sus
hijos; que sus ingresos les alcancen para que puedan comer dos veces por día:
me angustia sobremanera la cantidad de hogares en los que ya no se hace el
almuerzo ni para los niños, y en los que se come por las noches un único plato
de comida pues el presupuesto no da para más, aún trabajando horas extras.
Te
pido que los papás puedan estar más tiempo en sus casas junto a sus hijos, que
así convivan y gocen la niñez cada día más breve de ellos y con ellos jugar;
que cada día haya menos padres angustiados por la falta de trabajo y de dinero,
cosas éstas que cuando escasean en el hogar, llevan a la discordia, al
descontento, a las peleas, desencuentros y separaciones con irreparables daños
para sus hijos, espectadores obligados e impotentes.
Te
pido Señor que no se borre de los ojos y de los labios de los niños la sonrisa, que tengan ropa para
vestirse, calzado, comprensión; que ese sol hermoso, capaz de madurar nuestras
viñas – las mejores del mundo – no los flagele deshidratándolos y castigándolos
con la muerte, encresponándonos año tras año, invariablemente, con un índice de
mortalidad infantil avergonzante, escupitajo al rostro de palpable vigencia,
dirigido a los que ya, maduros, integramos esta comunidad.
Te
pido también por todos los niños del mundo: los que padecen guerras, hambre,
epidemias; los que ven sufrir, torturar y morir a sus padres y hermanos;
quisiera ser ¡oh Dios! un Apóstol
titánico en mi profesión...
Te
pido Señor, que mis hijos puedan seguir estudiando merced a mis cotidianos
esfuerzos; que el sueño reparador, tranquilo, no les falte ninguna noche de sus
vidas; que alejes de mí la inseguridad en mis fuerzas y el temor al fracaso;
que me des, como hasta ahora, salud, salud y trabajo para continuar
educándolos y así formarlos útiles para
nuestro país; te pido que permitas que yo esté siempre en casa por las noches,
para cubrirlos si hace frío y que los pueda mirar así... largo rato... ya
dormidos, y en esa serenidad besarlos suavemente, sintiendo que en esos besos
te beso a Ti y a todos esos niños a mi
cuidado, que día a día puedo en sus males aliviar...
Te
pido Dios mío, alientes siempre el derecho a la ilusión de todos los niños; que
fortalezcas el trabajo para mí y para
todos los hombres, que nunca nos preocupe la casa en donde vivir; que no haya
más niños por las noches mendigando y que durante el día puedan recibir
educación y jugar e ignorar lo que es
masticar la venganza social; que no sufran el abandono en un hospital, que a su
lado estén siempre madres que los cuiden, los bañen y lleven a sus bocas comida, ofrecida con paciencia y amor...
Te
pido existan más y más enfermeras dedicadas a la atención en nuestros
hospitales; que se las respete, capacite y remunere como merecen por su
dedicación; que los niños que asisto, hermanos en el dolor, mañana, ya hombres
o mujeres, no se enfrenten ni se odien: que se amen y convivan como hoy lo
hacen mientras juegan, sufren o estudian...
Te
pido ¡oh Señor! me des Paz, mucha Paz y serenidad de espíritu para bien
aconsejar a las familias tan atribuladas y cargadas de angustias. Que siempre
tenga a punto la palabra exacta y el pensamiento oportuno para aconsejarle la
unión y el amor; que quienes me busquen encuentren siempre en mí lo que necesitan para el bien de sus
matrimonios y el de sus hijos; que seamos escuchados y apoyados por quienes
gobiernan nuestro querido país en nuestro capacitado e idóneo asesoramiento
para bien de los niños, futuro de nuestra patria y así lograr: adecuada
asistencia pediátrica y mayor número da
camas hospitalarias, sana y abundante alimentación, humanizar cada día más
nuestros hospitales de niños, perfeccionarnos y actualizarnos en terapias y
prácticas, evitando así minusvalías y abreviando padecimientos a tantos
pequeños rehabilitados o signados por el dolor.
Te
pido por aquella débil niñita, de expresiva, triste y profunda mirada, que
conocí junto a sus hermanitos, que
recordaré siempre, habitantes de la polvorienta Humahuaca, ...qué será de
ellos... ...qué harán ahora... crezcan todos sanos física y moralmente junto
a otros tantos niños como ellos de
nuestra patria; que sus padres tengan siempre trabajo y por el mismo se les
remunere justamente, solo con lo cual tendrán alimentos, salud, educación y
vivienda.
Que
aquella niñita sin zapatos, andrajosamente vestida, - la que en Tucumán – casi
sin masticar y con ojos lagrimosos aceptó el alimento que le di: - su única
comida del día - esté bien.
Te
pido por todos los niños, en particular por los que sufren; sabes Tú lo que
sentimos los Pediatras dentro nuestro, cuando estamos al lado de un niño que
sufre dolor y miseria en la cama del hospital; a veces nos miramos no más, solo
nos miramos... como traspasándonos así, serios, callados, el dolor y la carga
de un universo doliente incapaces a veces de aliviar.
Señor,
que sobre la ola de egoísmos y separaciones que nos rodean úneme a Ti a través
de todos estos niños y niñas para los cuales me capacito y vivo. Permite, por
favor, que aquellos a quienes anoche y ayer asistí y consolé con mi cariño, los
halle hoy mucho mejor y que sonrientes – con esa sonrisa que al percibirla –
escuche Tu voz en mi interior
decirme: “...nada malo puede tener ya al
sonreírte así Osvaldo...”
Señor,
hazme cada día más bueno; permanentemente ilumina a mi querida esposa Alicia,
sacrificada y siempre postergada compañera para que, como lo hace desde nuestro
noviazgo – al comienzo de mis estudios – continúe siempre a mi lado en este
sacerdocio que he abrazado; permíteme prevenir males y enfermedades, alejar el dolor de los niños, evitarles
accidentes impidiendo así que se lesionen inocentes criaturas.
Mantén
siempre en mí viva la llama de la infancia; que ella en mi vejez alumbre a
quienes me sucedan; te pido Paz para mis Padres que con tanto amor y sacrificio
todo lo hicieran para que yo sea así; te pido Señor, llenes de humildad mis
actos; permite que haga mi labor con placer y estimulado por el amor al
prójimo; que sea capaz de trocar: lágrimas en sonrisas, temor en
tranquilidad...
Por
último, te pido Dios mío, permitas que mis hijos: sanos, fuertes y estudiosos,
con mi ayuda, cariño y ejemplo amen como yo mi profesión y por sus voluntades
sean capaces de abrazarla y que tal cosa me permitas ver. De no ser así...
ilumínalos Señor, para que, claramente orientados en sus vocaciones resulten
felices, capaces y útiles a los demás...
AMEN.
DR.
OSVALDO JUAN DI CIÓ
MEDICO
PEDIATRA
MATR.
NACIONAL 26. 538
Creada
en noviembre de 1972
Transcripción realizada el lunes
26 de mayo de 2007.
.
35ª, reimpresión, miércoles
17 de noviembre de 2012.
36ª reimpresión con
motivo de los 50 años de Médico, 1953-2013.
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